La tendencia de adornar los dientes con alguna joya o metal precioso resurgió con vigor. Se dice que resurgió porque es un hábito que era habitual entre los jefes egipcios y los mayas para distinguirse y presumir su grandeza.
En la actualidad la revolución musical con nuevos géneros y aspirantes al liderazgo implantó de nuevo el uso del piercing dental, en realidad en el ambiente artístico en general, aparentemente con el mismo objetivo que el de los antepasados: sobresalir.
No obstante, en otros planos sociales también se emplea para disimular ciertas imperfecciones de la sonrisa, por ejemplo, ocultar manchas y decoloraciones dentarias, o para desviar la atención de irregularidades en la mordida.
El resultado es una sonrisa exótica y con brillo extra.
El procedimiento no es doloroso ni invasivo, pero requiere de ciertos cuidados y condiciones, tales como la salud bucal.